Aprovechando las vacaciones, JJ Pedregosa nos envía el texto sobre su experiencia de correr en Boston:
El río Charles, el río que tiene nombre de persona, proyecta un meandro tras el puente de Massachusetts. Es allí un pequeño campo de regatas donde el movimiento de los veleritos despista uno de los posibles skylines a su derecha. A ambos lados del río y sobre el mismo puente, corredores de todo tipo trotan en la languideciente tarde atlántica. A su izquierda, entre Cambridge, Harvard y la mitología tecnológica del MIT, transcurre el tramo preferido que describe Haruki Murakami en su famoso libro “De que hablo cuando hablo de correr”.
El invierno es ahora una abstracción, una amenaza latente a la bondad de los días y a las tranquilas apariencias. Pero los inviernos llegan, y a pesar de que los atletas se endurecen y se preparan para la maratón más antigua del mundo, no olvidan lo que pasó el 15 de abril de 2013. La ciudad tampoco. De esto modo la Carrera y las carreras de cada uno son ahora también la reivindicación personal y colectiva de una cultura del esfuerzo que podría parecer gratuita pero que ahora se dota plenamente de valor moral. BOSTON STRONG fue el grito después del atentado, ahora es el lema de toda la ciudad.
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